¿Les pasó alguna vez encarar un camino en busca de cambios y pasado un tiempo sentir que están en el punto de partida? Bueno, ayer por un momento esa sombra se posó en nuestra mesa de trabajo: “Esto ya lo hicimos y no resultó” fueron las palabras que reflejaron la frustrante sensación de caminar intelectualmente en círculos. Por suerte, otra frase salió al cruce: “El problema no fue qué hicimos sino cómo lo hicimos”. Y se hizo la luz, la reunión continúo, las ideas fluyeron, se avanzó.
Como siempre que algo nos interpela fuertemente, los ecos de lo conversado resonaron más allá de lo previsto. En tren de asociaciones surgió una palabra: Innovación (así, con mayúsculas). Naturalmente relacionamos la Innovación a la Revolución, a generar algo nuevo, gestar un qué diferente, tan nuevo que ni nombre tiene y hasta exige de nosotros su identidad. Seguramente esta es la capacidad de Innovación que se le adjudica a aquellos visionarios que fundan paradigmas y merecen la I mayúscula de los nombres propios.
Sin embargo: ¿Cómo bajamos del Olimpo a la Innovación? Y yendo al mundo de los negocios: ¿Cómo el área de IT de una empresa cuyo foco no es la tecnología informática puede innovar? La fama que la precede puede ser intimidante, pero no tenemos que caer en esa trampa: hay una innovación (con minúscula) que está al alcance de la mano y no por eso es menos importante.
En este juego de asociaciones, viene a mi mente uno de nuestros clientes, Rubén, para quien la innovación es un espacio de creación donde se conjuga su posición de liderazgo regional en una empresa multinacional (con su carga de lineamientos corporativos que debe respetar) con la realidad del contexto en el que las soluciones de IT deben insertarse. Vista así, la innovación es una capacidad estratégica que deviene en ventajas operativas concretas: El “qué” está determinado globalmente, el “cómo” es el espacio para jugarse y proponer cambios que potencien lo que de otro modo serían limitaciones de una coyuntura: volúmenes, idioma, dispersión geográfica, capacidades locales, niveles de inversión.
Interactuar con clientes como Rubén nos inspira, y en el intercambio, alentamos a nuevos clientes a descubrir sus propios espacios de innovación. Es la propuesta de PREmodo, en donde servicios tradicionales desde el qué (Integración, CRM, BI) pasan a ser innovadores por el cómo.
Y la próxima vez que duden entre el qué o el cómo, ya saben, la respuesta que en definitiva los contiene ambos es otra: ¡Innovación!