Buscar en el diccionario la definición de una palabra conocida y de uso habitual puede ser un punto de partida interesante para el desarrollo de algunas reflexiones. Probemos con el tema que nos convoca hoy: Organización.
La Real Academia Española (en http://www.rae.es) brinda varios significados que remiten a la acción y al efecto de organizar u organizarse, al orden, la asociación de personas y en medio de conceptos bastante esperables nos encontramos con la siguiente frase “Disposición de los órganos de la vida, manera de estar organizado el cuerpo animal o vegetal” ¡Qué interesante! Una palabra que en el imaginario está cerca del tedio, relacionada con la vida de un cuerpo que, por qué no, podría ser el de una empresa.
¿Cuáles son los órganos vitales de una empresa? Propongo tres fundamentales:
1) Capacidades: personal, productos y el valor que ambos generan internamente y en el mercado.
2) Red de relaciones: clientes, proveedores, aliados, canales.
3) Recursos: desde dinero hasta las estrategias que permiten el virtuoso desarrollo de capacidades y relaciones.
¿Cómo podemos definir una organización que impacte, positivamente, en la salud de nuestra empresa? Sugiero hacerlo a partir de lineamientos.
Imaginemos un tablero sobre el cuál están esparcidos los bloques fundamentales de un proyecto empresarial. La disposición de estos bloques puede ser diversa, la importancia relativa de unos sobre otros puede variar. Qué se quiere hacer con ellos y de qué forma se trabajará para conseguirlo es lo que determina que una disposición sea preferible a otra. Son los lineamientos, los que establecen foco, identidad y dirección; los que pautan el comportamiento da cada bloque y las interacciones entre ellos, regulando la dinámica del organismo.
Lineamientos claros para la construcción de una organización saludable. Llegar desde este concepto amplio de organización (ligado a la estrategia) a su acepción más tangible (ligada a la operación) implica repensar, iterativamente, los por qué, cómo y para qué de cada bloque y su relación con el todo. Partimos de un tablero desordenado que evoluciona, ganando en especificidad aunque sin perder de vista su origen y herencia.
¿Por qué no hablamos de preventa o de organización comercial en esta ocasión? Porque es imposible pensar la organización como concepto aislado. No puede haber una preventa sana en una empresa enferma porque la preventa es parte de la empresa y debe nutrirse de los lineamientos que marcan su impronta. Y cuando estos lineamientos no existen, debemos promover definiciones estructurales para llegar a soluciones específicas. Este es el camino que elegimos desde premodo.
Última sugerencia: La próxima vez que alguien bosqueje cara de aburrimiento ante una propuesta de organización, regalémosle un diccionario. Podría encontrar una vital sorpresa a la vuelta de una página.